Rodrigo Buendia

La casa alemana Audi decidió comenzar a experimentar con impresoras 3D y qué mejor que un homenaje a uno de los autos más importantes de la historia de la marca: el Type C de 1936.

La reproducción está hecha a 1:2 de escala, para su elaboración se usó tecnología láser de sintetización selectiva y granos de polvo metálico con un tamaño de 15 a 40 milésimas de milímetro (tienen que poner entre 25 y 70 granos alineados para tener un milímetro de largo), esto es más o menos la mitad de diámetro de un cabello humano.

 
La tecnología de impresión 3D permite producir partes de geometría compleja que serían muy difíciles de obtener con las tradicionales láminas estampadas o fundición, además de contar con una mayor densidad; aunque aclaran que este auto no está hecho de una sola pieza, dado su tamaño y complejidad, aunque las partes más grandes tienen 24 centímetros de largo por 20 de ancho.

Con este tipo de experimentos, Audi ve hacia el futuro entendiendo que hay mucho que se puede lograr con la impresión 3D, facilitando los procesos de fabricación y reduciendo los costos para crear autos más accesibles.